La Rioja, más que tierra de paso, es lugar de encuentro; no en vano está rodeada por Aragón, Navarra, País Vasco y Castilla y León. Aunque es una Comunidad pequeña, apenas 5.000 kilómetros cuadrados, la mitad, por ejemplo que toda la provincia de Zamora, posee, sin embargo, una riqueza cultural, patrimonial, paisajística y económica de primera fila en nuestro país. La renta per cápita la sitúa en el quinto lugar de las comunidades autónomas y, según un estudio reciente, los riojanos son los ciudadanos más felices de España , seguidos de los de Madrid. ¡Por algo será! Su población, algo menos de 300.000 habitantes, se distribuye al 50 por ciento entre la capital y el resto, en los 174 municipios en los que está divida.

Dormir entre viñas
En una tierra especialmente vitivinícola, lo suyo es sumergirse por entero en la cultura del vino. Para los que vivimos en las ciudades, llegar a un lugar rodeado de viñas, gozar de la tranquilad y del silencio, contemplar la naturaleza en 360 grados a la redonda, no es un placer que podamos tener al alcance de la mano cada día. Por eso, cobra valor cuando tenemos la oportunidad de disfrutarlo y, mejor, en compañía.
En realidad, caminando por La Rioja, casi siempre vamos a estar rodeados de viñas, es un activo que nos acompaña siempre y tiene su encanto en cada época del año, aunque cobra su máximo esplendor en dos momentos muy concretos: la época del fruto, pletóricas de verde y racimos las cepas y, el otoño, cuando la hoja muda y los colores adquieren toda la intensidad de la acuarela.
En realidad, si uno toma como sede la capital, Logroño, todo está al alcance de la mano. En un radio de 50-60 kilómetros a la redonda tenemos tantos alicientes que no los acabamos en una semana y son tantas las opciones que nos perderíamos eligiendo por cuál nos decidimos. Ese es el motivo de que nos atrevamos a hacerles algunas sugerencias. Los últimos años han traído un desarrollo ingente del turismo rural y de establecimientos de enorme calidad y atrevido diseño que colman las expectativas más exigentes. Su dueños no han escatimado recursos para ofrecer todo tipo de detalles y todo un abanico de servicios para que el viajero se sienta totalmente complacido.


Si quiere vivir esa experiencia, le sugerimos la Finca de los Arandinos en la localidad de Entrena. Es un establecimiento de nueva planta, situado en una suave colina, rodeado de viñas y con una vista impresionante por los cuatro costados ya que el diseño arquitectónico se ha centrado en darle trasparencia y luz. Su dueño, Roberto Guillén Rodriguez, aparejador de profesión es ante todo , un amante del vino, ha ido comprando fincas hasta conseguir una producción de 200.000 botellas/año que exporta a todo el mundo. Ha logrado ensamblar en el mismo proyecto la bodega, el hotel, el restaurante y el spa. Todas las áreas se diferencian por su exclusividad y diseño y todo está integrado sin perder la personalidad de cada parte. Han cuidado el mínimo detalle tanto en las zonas privadas como en las comunes: espacios grandes, piezas y objetos exclusivos, iluminación, vistas, elementos decorativos… Todo está concebido para disfrutar del relax y de la calma a través de la gran superficie acristalada que rodea todo el edificio. Un día de lluvia, de niebla o de sol dan suficiente inspiración para reencontrarnos con nosotros mismos.
El hotel tiene solo 14 habitaciones, diez de ellas decoradas por David Delfín que ha derrochado un sinfín de creatividad y ha conseguido que cada una de ellas sea una experiencia diferente.
La bodega es una visita obligada porque además, está un piso más abajo y ,desde el propio Hall del hotel, se ve toda la sala de barricas ; por tanto, ya invita a visitarla y entender después el maridaje que pueda hacer con los vinos cuando entremos en el restaurante. Su diseño y estado es tan aséptico como si de un hospital se tratara y su aroma a vino inunda los pulmones nada más traspasar la puerta. Alguien del hotel o el propio Roberto, le darán todas las indicaciones para que pueda salir con una cultura del vino que no la olvidará nunca.
El restaurante es el nexo ente el hotel y la bodega. Basado en una cultura de kilómetro cero, tiene todos los ingredientes para ofrecer los productos de la tierra en muy pocos metros; es una cocina creativa dirigida por el chef Diego Rodriguez, pero que se apoya en todo un elenco fijo de productores, sea del pan, la verdura, la carne o el pescado. Y tiene una singularidad muy recomendable: que tiene medios platos o raciones para poder compartir más sugerencias.
Y por fin, el Spa. Agotados del trasiego del día o para comenzar el mismo, uno no puede prescindir de la zona de aguas , sauna, baños de vapor o , por supuesto, los masajes y toda la oferta de tratamientos que tienen por base la vinoterapia. Póngase en manos de Verónica o Rebeca, o de las dos, y sentirá como el la inspiración del vino pasa por su piel camino del éxtasis. Un masaje a base de pepitas de vino a la orilla de la piscina termal, mientras tintinea el agua y amanece a través de los ventanales, es una experiencia que no olvidará nunca.
Si quiere ver una imagen completa del establecimiento puede asomarse aquí: http://www.fincadelosarandinos.com/index.php/es/prensa/480-travelveo
Haro
Para el segundo día, le reservamos Haro. Dicen que es la mejor fusión entre vino, gastronomía y cultura.
En el Conjunto Histórico Artístico de la ciudad destaca especialmente la obra civil. Un claro ejemplo es la cantidad de palacios señoriales que podemos encontrar en varias de sus calles, la mayoría construidos entre los siglos XVI y XVIII. La mezcla de estilos es patente en sus fachadas e interiores: renacentistas, barrocos, neoclásicos… y podemos apreciar la evolución decorativa pasando de los estilos más sobrios a los más recargados. Todos ellos dan idea de la capacidad de determinadas familias a lo largo de la historia de la localidad. Así, podemos contemplar el Palacio de Paternina, el Palacio de las Bezaras, el Palacio de los Condes de Haro, el Palacio de Tejada, el Palacio de Salazar, el Palacio de Plaza de la Cruz, el Palacio de las Sevillanas o la Casa Prisión, además de museos, teatros y grandes bodegas y varias iglesias.
El casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1975. Y destacan su tradicional Batalla del Vino, Fiesta de Interés Turístico Nacional; la tercera procesión de faroles más antigua de España;el carnaval del vino que se celebra en Febrero, las catas del vino en el mes de septiembre y, para valorar la importancia económica que tuvo en un determinado momento, fue una de las siete poblaciones no capital de provincia que tuvieron una sucursal del Banco de España y que tenía por objeto gestionar los capitales de la creciente actividad vinícola que se enviaba a Francia después de haber sido arrasada por la filoxera a partir de 1863.
Aunque hay hoteles modernos, lo recomendable es hacerlo en un monasterio, el de los agustinos, sito en el centro de la ciudad que después de pasar por varios avatares como cárcel, colegio, fortaleza militar, ha terminado siendo un hotel de referencia y podemos adentrarnos en la intimidad de una celda monacal con el confort de hoy. Su claustro, su patio, su restaurante… valen la pena para recalar en ellos y gozarlos por completo.
Pero , además de su casco histórico hay un recinto lleno de historia e interés: el barrio de la estación. Este entorno está situado a pocos metros del centro y se destaca porque, arrasadas las viñas francesas por la filoxera, no le queda más remedio a nuestros vecinos que venir a comprar vinos a España y Haro era ya un emporio de producción vinícola . Así que, a partir de los años 1880, se incrementa la producción, se instalan en Haro compañías francesas y sobre todo se desarrolla esta zona en torno al recién llegado ferrocarril, una núcleo de bodegas que son todavía el buque insigne de La Rioja ( Bodegas Bilbaínas, Gómez Cruzado, La Rioja Alta S.A., López de Heredia, Muga, Roda y CVNE ) más de 500.000 hectólitros mensuales salían por tren hacia Francia de las bodegas de Haro.
Bodegas Gómez Cruzado.
Dentro de la Estación Enológica sugerimos la visita a Gómez Cruzado, una casa centenaria, fundada en 1886, y que ha sido totalmente renovada para acometer una nueva visión de negocio y elaborar nuevos vinos.

La propiedad de la bodega ha vuelto a manos de la familia Baños, procedente del riojano pueblo de Badarán y residente en México, pero que ha tomado nuevamente las riendas del negocio y se ha rodeado de un grupo de profesionales con ideas nuevas, frescas e innovadoras que permitirán que siga la saga originaria de hace más de un siglo. Dos figuras claves en el nuevo concepto son David González y Juan Antonio Leza, jóvenes enólogos y técnicos vitícolas con más de una década de trabajo especializado como consultores de importantes proyectos en distintas zonas vitivinícolas y que ahora se dedican por completo a Gómez Cruzado.
El punto de partida de la calidad de los vinos de Gómez Cruzado es el viñedo que conforma el paisaje tradicional, formado por pequeños ‘majuelos’ de viñedo viejo, cultivado en vaso en Rioja Alta y Alavesa en las partes más altas, allí donde es posible elaborar grandes vinos con apego al terruño.
Un patrimonio que proviene de la práctica ancestral de una viticultura sostenible y razonada. Los vinos de Gómez Cruzado nacen así en el viñedo con una mezcla de uvas de las casi 100 diferentes parcelas controladas, repartidas en tres zonas perfectamente definidas: Sierra Cantabria, Bajo Najerilla y Alto Najerilla. Seis vinos conforman la gama central de la bodega: Blanco, Crianza, Vendimia Seleccionada, Reserva, Gran Reserva y Honorable. El Crianza y el Honorable son dos sugerencias que le hacemos y que cumplirán seguro con sus expectativas.
Restaurante Terete
Y lugar recomendable para disfrutar de la gastronomía del lugar es el restaurante Terete, 130 años asando cordero y recuperando los platos tradicionales de la comarca, muy especialmente, las menestras de verdura.
Corría el año 1.877 cuando Alberto Andrés Alonso, se dedicó a comercializar el ‘hado’ del que Dios le dotó en el arte de asar corderos y acompañar este exquisito manjar con ‘un vaso de bon vino’.


Inaugura entonces Casa Terete, horno de asar, restaurante, carnicería y tienda de vinos. En la segunda generación, Carmen y Cristina Andrés tomaron el relevo, seguidos de Alberto Gutiérrez y Cristina Rodrigo.
En la actualidad, después de un siglo y pico, la cuarta generación de los ‘Terete’ mantiene viva la raíz de la familia conservando el mismo arte en la elaboración de su carta.
¿Cuál es el secreto del cordero? Como ellos dicen, el secreto es que sea bueno, asarlo con cariño en un buen horno de leña y sobre todo, seleccionar las mejores piezas con un máximo de 25 días en corrales de la Rioja
Museo Vivanco, Briones y la bodega Conde de los Andes.
El tercer día pueden emplearlo en un entorno muy próximo a Haro.
El Museo del vino. En el 2004, la familia Vivanco hizo realidad su sueño por el vino y abrió al público la fundación que abarca el Museo, el Centro de Documentación , la Editorial y la Bodega. El complejo en definitiva pretende sumergir al visitante en el mundo de las emociones y en todo lo que significa la cultura del vino. Este elemento está presente en muchas civilizaciones desde hace más de 8.000 años y aparece en los momentos más sublimes: celebraciones, literatura, religión, consagraciones… y hasta la bebida humilde de cada día. Ha estado en la mesa de nuestras casas y se recibe a quien llega con un vaso de vino. El vino ha sido una bebida de los dioses pero también se ha considerado como un alimento rico en calorías y por eso ha ocupado miles de hectáreas de nuestro país. El vino alcanza una actividad extensa desde el cultivo, la recogida de la uva, el almacena miento en la bodega, la puesta en botella… y después toda la industria que complementa el proceso: barricas, utensilios y maquinaria, tapones, etiquetas, vasijas, etc. El museo recoge en sus seis salas todo ese material: miles y miles de piezas originales que se han usado en la práctica u obras de artistas y artesanos que han confeccionado para el vino: pinturas, esculturas, vasijas, etc. De esta forma, el museo no es solo un compendio de objetos sino que se convierte en una referencia etnográfica y de interpretación a lo largo de 8.000 años y vemos cómo ha evolucionado la humanidad al amparo del vino. Parece mentira que uno tenga ante sus ojos piezas de dos o tres milenios y, si le queda aún una pizca de curiosidad, no se pregunte qué entraña esa pieza, qué historia hay detrás de ella, por qué manos pasó y cómo ha llegado hasta aquí. El museo , además de los objetos físicos , dispone de apoyo virtual, de modo que ayuda al viajero a interpretar y comprender muchos pasos que de otra forma quizá se le perdieran. Hoy, con sus 9.000 m2 de superficie es una referencia mundial y recibe cada año, más de 100.000 visitantes. El itinerario por las salas está muy bien distribuido y uno va avanzando como si le condujera el tiempo y le hicieran un guiño las sorpresas.


Junto con el museo , y todo integrado, está la bodega, una sala peristíltica debajo del jardín y que mece el sueño a más de 4.000 barricas y, el restaurante, un acristalamiento circular que permite degustar una cuidada gastronomía y divisar, mientras come, todo el mar de viñas en sus casi 360 grados.
A menos de 500 metros se encuentra el propio pueblo, Briones, un conjunto medieval con piedra de sillería, casas blasonadas y palacios. El tercer fin de semana de Junio, el pueblo vuelve al siglo XIV. Más de 50 portales temáticos se acondicionan para que los diferentes oficios medievales cobren nuevamente vida. Todo el pueblo se disfraza y se encarna en cada actividad para que el visitante se sienta también parte. Canteros, hilanderas, herreros, carpinteros, amanuenses, vinateros… y otros figuras como mendigos, brujas, nobles y hasta la Santa Inquisición aparecen en los portales, palacios y calles de la villa. Por supuesto, no falta la bebida, un figón y un mesón que sirve buenos platos y un buen vino en vaso de barro. Se ameniza todo con actuaciones de juglares, trovadores, abanderados, caballeros y un espectáculo final de luz y sonido que rememora la Paz de Briones.
La bodega Conde de los Andes. Aun nos dará tiempo para visitar una bodega. Elegimos una emblemática en Ollauri, el Conde de los Andes, más que nada porque a lo largo de sus calados encontraran siglos de historia. Uno no puede imaginarse que detrás de una puerta nada espectacular, pueda sumergirse después en un sinfín de túneles y galerías en donde duermen más de 400.000 botellas, muchas de ellas, centenarias. ¡Menudo respeto!
La bodega , antiguo patrimonio de Paternina, lo adquirió recientemente el grupo de bodegas Muriel (Viña Eguia, Marques de El Ciego, Pazo Cilleiro, la Real Compañía de Vinos que ejerce como buque insignia de exportación) y pretende no solo potenciar una bodega histórica sino conformar un escenario de Enoturismo que colme las expectativas de los que lleguen a sus puertas. Quien lleva las riendas del negocio es hoy Javier Murúa Gangutia, quien ha cogido el testigo de su padre, Julián, y, a lomos de avión la mayor parte del año, lleva los vinos españoles a medio mundo. Tener una bodega como ésta es como comenzar un romance, dice. Esto no se improvisa: los calados, túneles excavados en la roca, se dividen en 2 grandes épocas, una época que hunde sus raíces en la Edad Media aunque no se sabe a ciencia cierta si del siglo XIII o XIV porque no hay registro pero lo que sí se sabe es que en el siglo XV ya existían. La segunda fase de los calados es más reciente, se cree que entre el siglo XVII o XVIII. Los túneles los escavan a veces los propios empleados de los hidalgos en sus momentos ociosos, como es el largo invierno, o profesionales de la cantería, como “ los gallegos” y cubrían dos fines : uno obtener piedra que luego vendían o empleaban en la construcción y, otro, dejar y ampliar espacio para el vino. Sus trazados son caprichosos, avanzan por la profundidad y llegan a enlazar varias casas, como es el caso de El Conde de los Andes. De hecho, entras por una puerta y sales por otra. En algunos tramos se ensanchan e incluso se refuerzan con bóvedas lo que hace salas espaciosas que se convierten en joyas arquitectónicas.




La coronación de la visita de la bodega es la cata posterior, porque en ella, uno bebe la esencia de lo que ha visto, años de esfuerzo, años de emociones, años de sensaciones que se condensan en una botella de la añada correspondiente. Una liturgia incomparable que merece la pena observar y testar con atención.
Afortunadamente, muchas de las bodegas han contratado expertos para hacer la visita y contar la historia y aquí se encontrarán con Cristina, que lleva años metida en vino por otras bodegas de la zona y que los nuevos dueños le hicieron la propuesta para que se encargara de su bodega, la más emblemática y en su propio pueblo.
Una cena en el restaurante La Venta Moncalvillo
Para pulsar la actividad de la capital de La Rioja, Logroño, merece la pena pasar una noche en la ciudad. Hay infinidad de hoteles, de modo que puede elegir el que más les guste y mejor oferta tenga, pero si es conveniente que esté en el centro. Y aunque es muy recurrente el paseo por la calle Laurel, llamada la senda de los elefantes por la gran cantidad de líquido que se bebe, le proponemos una cena a 12 kilómetros de distancia, en Daroca de Rioja, en el restaurante de los dos hermanos Carlos e Ignacio Echapresto, la Venta de Moncalvillo. En una localidad de 24 vecinos han logrado poner una pica en Flandes. Rodeados de un paraje natural muy atractivo, han sabido conquistarse una clientela selecta y universal que va exclusivamente a degustar la propuesta gastronómica de los dos hermanos , una experto en la cocina, el chef, Ignacio, y otro, maestro en vinos, Carlos. La carta la cambian cuatro veces al año, ya puede observar que tratamos de cocina de estaciones, pero con suficiente variedad como para elegir sin restricciones. Vayan cuando vayan y elijan lo que elijan, se sorprenderán no solo por los productos en si , sino también por las presentaciones y la elaboración de cada plato ( cocochas, bacalao, brandada, caza, etc.). Y para maridar, el vino que mas le llama la atención, Carlos les orientará porque en su bodega hay referencias de una buena parte del mundo desde Nueva Zelanda a Hungría o desde Chile a California.

Cuarto día: Calahorra.
Calahorra es la segunda ciudad más grande de la Comunidad y puede catalogarse como la capital de las verduras. Aquí se da un volumen grande tanto de producción como de envasado y conservas. Es la ciudad de Quintiliano , orador romano y dos patronos: san Emeterio y San Celedonio, dos soldados romanos y hermanos que fueron condecorados con el “torques” de oro por su valor en los combates y que no fue óbice que a pesar de su graduación, abrazaran la fe cristiana. Pero cuenta la historia que el emperador Diocleciano ordenó una depuración del ejército y Emeterio y Celedonio fueron sometidos a juicio , encarcelados y condenados a muerte. El día 3 de marzo del 299 fueron llevados hasta la orilla del río Cidacos, donde antes de ser degollados, lanzaron hacia el cielo su anillo ti pañuelo para señalar el camino por donde irían a ser glorificados por Cristo a quien confesaron con su vida y con su muerte. Esta historia la transmite otro insigne poeta y cristiano de la ciudad, Aurelio Prudencio, nacido en Calahorra en el 348. Y da pie a la edificación de la catedral a orillas precisamente del propio rio y donde fueron sepultados ambos mártires. Aún se conservan sus restos en dos urnas que están expuestas y visibles en el mismo altar de la catedral. Ese fervor religiosos es el que ha hecho que posteriormente se erigieran allí varios conventos e iglesias y fuera la propia ciudad testigo de religiones y culturas muy ricas en sabiduría y la ciudad tuviera una influencia decisiva visitada por los Reyes Católicos, por Carlos I o por el papa Adriano. Perduran aun parte de la judería y su obispado se ha extendido más allá de la propia Rioja. Hoy es parada obligada en el Camino de Santiago y dispone de un albergue muy bien situado.


Para saborear la cocina calagurritana y muy en concreto las verduras, lo seguro es ir al restaurante Chef Nino. Es un restaurante emblemático fundado por el cocinero Saturnino Martinez, conocido por el “Chef Nino” que falleció hace un par de años y que hoy lo regenta, con la misma cultura y la renovación generacional correspondiente, su hijo Ventura. Además del éxito en los fogones, Nino tuvo el acierto de casarse con Juli, una soriana de armas tomar, natural de San Pedro Manrique y entre los dos llegaron a montar un imperio. Ella lo confiesa sin pretensión y sin pudor alguno porque no se olvida que viene del hambre y por tanto, todo lo que tiene lo ha ganado con trabajo y esfuerzo. Compró este restaurante el día que murió Franco, dice y ,desde entonces, no ha hecho otra cosa que trabajar, y así lo sigue haciendo porque día a día la pueden ver en la sala departiendo con los clientes y sugiriendo platos según el gusto de cada uno.
Aparte del restaurante de la calle Basconia también ha montado un complejo a las a fueras de Calahorra, “las Carpas de Nino” con más de 3700 metros cuadrados de salones para atender bodas, banquetes y todo tipo de celebraciones. Pero eso, ya es otra historia.
La cocina del chef se caracteriza por las verduras y legumbres frescas y de temporada ya que tiene la huerta a pocos metros de los fogones y mezcla el saber tradicional con las incorporaciones de la cocina moderna. Y eso, solo se hace con la experiencia de muchos años de oficio.
La especialidad de la casa es “la menestra clásica de verduras” , pero pueden elegir también, un “revuelto de Melero”, “salteado de hongos” o la “paletilla de cabrito asado” y de postre, no lo duden: “ el melocotón, jengibre, merengue y fruta de pasión”. Eso le ayudará a andar el camino.
Los Cameros : referencia de quesos.
La Rioja ha sido de siempre una tierra de agricultores/viticultores y ganaderos. El vino se ha llevado siempre todos los elogios y no en vano su producción por volumen excede sin parangón con la de quesos. La ganadería es esclava y por tanto, son menos los que se ha inclinado por esta actividad que ha ido a menos y que ahora se pretende recuperar sobre todo por aquello de equilibrar el territorio. Desde el siglo XVIII hay importantes rebaños de cabras, tanto que se conservan aún las cañadas de La Mesta, y siempre presentes las disputas entre agricultores y ganaderos por el daño que hacían los ganados a la agricultura y la preferencia que tenían éstos sobre aquellos. Pero la cría y explotación fue una actividad importante en la actividad económica y estructura social de La Rioja. En torno a ella se organizaba todo: pastos, cuidado, lana, leche, quesos, etc. y las propias relaciones humanas. De hecho, “ Los Cameros “ salieron de una historia de amor de los padres de los actuales gerentes. Cuenta Javier Martinez, maestro quesero, que su padre era tratante de animales y su madre , ostentaba la propiedad de un rebaño de cabras. Su padre acudía periódicamente a comprarle los cabritos y ella se quejaba que se los pagaba poco, a lo que él le respondía que era porque los tenía muy flacos, pero así, entre viaje y viaje , fue creciendo el amor y dio pie a la actual quesería que llevan todos los hermanos desde 1961. Han recuperado la receta milenaria del queso de cabra que se elaboraba históricamente en La Rioja, conjugando sabor y tradición. Es un queso de sabor pleno, muy intenso y ligeramente lácteo. El desarrollo de mohos de afinado y las friegas con aceite de oliva proporcionan un buen bouquet y un aroma intenso y persistente. Acompáñelo con el vino de su preferencia.

Programa de radio sobre Haro y La Rioja, en el espacio de EL CLUB DEL BUEN TURISMO , conducido por Manuel Matellán Y Serafín García. Si quieres escuchar el programa, pincha aquí.


Tertulianos:
Don Eduardo Rodriguez Oses. Director General del Gobierno de La Rioja.
Don Leopoldo García Vargas. Presidente Comisión de Educación y Cultura. Concejal Delegado Turismo e Industria y Comercio.
Don David González Marcos. Presidente de la Comisión del Barrio de la Estación. Compuesto por siete bodegas. Enólogo y Técnico Vitícula, de las Bodegas Gómez Cruzado, Haro.
Don Francisco Javier Martínez González. Maestro quesero desde hace 55 años. Director de producción de Lácteos Martínez. Queso Los Cameros.
Don Alberto Gutiérrez, junto con su hermana Cristina. Dueños de Terete Restaurante Haro. Restauradores con una antigüedad familiar de mas de 130 años. Cuenta con una estrella Michelin. Especializados en cordero asado y menestras de verduras.